“Solamente se lesionan los que entrenan con dolor”
“Sólo cuando somos niños corremos con la técnica adecuada. La mayoría de los niños pequeños son ejemplos perfectos de biomecánica. Nuestro cuerpo cambia por el estrés al que lo sometemos. Corremos contracturados de la cabeza a los pies. Para correr con la técnica adecuada hay que aprender
primero a relajarse”
Factores de una lesión del corredor
1º Mecanismos amortiguadores: Piso, calzado, músculos, ligamentos, tendones
2º Vicios biomecánicos: asimetría largo, pronación, rotación
3º Condición física: Fuerza y resistencia muscular, composición corporal, flexibilidad, capacidad aeróbica.
Toda lesión progresa a través de cuatro grados.
Grado 1: Una lesión que causa dolor después del ejercicio y que a menudo solo se siente algunas horas después que el ejercicio ha terminado. Son molestias menores y dolores, tales como la rigidez de los isquiotibiales. Son signos de alarma temprana.
Grado 2: Una lesión que causa incomodidad, pero todavía no dolor, durante el ejercicio, y que no es suficientemente severa como para reducir el desempeño de carrera o de entrenamiento del atleta. Ahora la rigidez de los isquiotibiales se siente durante la actividad.
Grado 3: Una lesión que causa una incomodidad más severa, que ahora se reconoce como un dolor que limita el entrenamiento del atleta e interfiere con su desempeño en carrera. En este punto ese isquiotibial puede doler lo suficiente como para condicionar la longitud de zancada. Suspende el entrenamiento.
Grado 4: Una lesión tan severa que impide cualquier intento por correr. El isquiotibial ha sufrido un desgarro, una rotura fibrilar o una distensión. Tratamiento médico y reposo.
Aún las lesiones más leves pueden producir problemas crónicos si no se tratan o si el tratamiento se lleva a cabo con remedios caseros inadecuados.
- rodilla, con un 40% de las lesiones
-tendón de Aquiles, el área interna de la tibia, la cadera y la región inguinal 15%.
- el pie y el tobillo un 10% de las lesiones
-espalda en un 5%.
Los errores más frecuentes son: kilometraje excesivo, entrenamientos intensivos, terrenos con pendientes, incrementos rápidos del kilometraje, calentamiento inadecuado.
Factores biomecánicos
Fase de apoyo de talón. El corredor de larga distancia suele apoyar el pie en el suelo de tacón-punta o con la planta completamente plana, mientras que el maratoniano de elite lo hace con las cabezas de los metatarsianos, sin apenas tocar el suelo con el talón antes de impulsarse con los dedos y elevar el pie de nuevo. El pie cavo, que posee una gran bóveda plantar, apoya en primer lugar el borde externo del pie, efectúa una ligera pronación y a continuación se impulsa con los dedos.
Pronación y supinación. Mientras se corre, la pronación “abre” el pie, de forma que éste se adapte a la superficie y absorba el choque contra la misma. La supinación “cierra” el pie, permitiendo su estabilización durante la fase de apoyo del talón y la propulsión realizada por los dedos.
Si la pronación es excesiva o demasiado prolongada, el tobillo se desvía en sentido medial (interno) y la obligada rotación interna de la tibia aumenta, tensando las estructuras de la rodilla y el pie.
La hiperpronación es un mecanismo compensador del genu varo, tibia vara, tendón de Aquiles corto, contracturas de los músculos gemelos y sóleo y antepié o retropié varo.
Flexión y extensión de la rodilla. La rodilla normalmente se flexiona entre 30º y 40º durante la fase de apoyo plantar, dependiendo de la longitud de la zancada y del terreno. En los atletas que corren con pasos cortos la flexión puede ser de sólo 15º a 20º; debido a ello, la mayor parte de la fuerza de propulsión se genera mediante la flexión dorsal y plantar del tobillo y gracias a la acción de palanca del pie. La rodilla llega a su extensión máxima inmediatamente después de que el impulso realizado con los dedos acelere el resto del cuerpo y empiece la fase de elevación del pie en el aire.
Rotación del pie. La rotación interna y externa del pie y la pierna hace aumentar la pronación y el grado de rotación interna de la tibia. La posición de rotación del pie durante la fase de apoyo plantar viene determinada principalmente por el grado de rotación externa e interna de la cadera, así como por la torsión de la tibia, el fémur y de la articulación coxofemoral (anteroversión del cuello femoral). Algunos corredores intentan corregir la colocación de sus pies, pero al producirse la fatiga éstos vuelven a su posición original.
Movimientos de la pelvis. La pelvis se desplaza rotando sobre el eje longitudinal corporal, proporcionalmente a la amplitud del balance de los brazos. Al mover los brazos por delante del cuerpo hacia la línea media, se incrementa el grado de rotación de la pelvis y el tronco. Este movimiento puede ocasionar dolor a nivel de los músculos toracolumbares en la cresta iliaca. La pelvis también bascula respecto al plano frontal. En la fase de apoyo plantar, la cadera que no se apoya sufre un descenso, aplicando una fuerza de cizallamiento sobre la articulación sacroliaca y ambos lados de la sínfisis púbica. Por lo tanto, un exceso de entrenamiento puede causar una osteopatía de pubis.
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